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miércoles, 1 de abril de 2009

Confesión de Fe de Westminster: Capítulos 7 al 9

CAPITULO 7: DEL PACTO DE DIOS CON EL HOMBRE

I. La distancia entre Dios y la criatura es tan grande, que aún cuando las criaturas racionales le deben obediencia como a su Creador, sin embargo, ellas no podrán nunca tener plenitud con El como su bienaventuranza o galardón, si no es por alguna condescendencia voluntaria por parte de Dios, habiéndole placido a Este expresarla por medio de su pacto. (1)
1. Job 9:32,33; Salmos 113:5,6; Hechos 17:24,25; Isaías 40:13-17; 1 Samuel 2:25; Salmos 100:2,3; Job 22:2,3; Job 35:7,8; Lucas 17:10.
II. El primer pacto hecho con el hombre fue un pacto de obras, (1) en el que se prometía la vida a Adán, y en éste a su posteridad, (2) bajo la condición de una obediencia personal perfecta. (3)
1. Gálatas 3:12.
2. Romanos 10:5; 5:12-20.
3. Génesis 2:17; Gálatas 3:10.
III. El hombre, por su caída, se hizo incapaz para la vida que tenía mediante aquel pacto, por lo que agrado a Dios hacer un segundo pacto, (1) llamado comúnmente el Pacto de gracia, según el cual Dios ofrece libremente a los pecadores vida y salvación por Cristo, exigiéndoles la fe en EL para que puedan ser salvos, (2) y prometiendo dar su Espíritu Santo a todos aquellos que ha ordenado para vida, dándoles así voluntad y capacidad para creer.(3)
1. Gálatas 3:21; Romanos 8:3; Romanos 3:20,21; Isaías 42:6; Génesis 3:15.
2. Marcos 16:15,16; Juan 3:16; Romanos 10:6;9; Gálatas 3:11.
3. Ezequiel 36:26,27; Juan 6:44,45.
IV. Este pacto de gracia se propone con frecuencia en las Escrituras con el nombre de un testamento, con referencia a la muerte de Jesucristo el testador, y a la herencia eterna con todas las cosas que a ésta pertenecen y están legadas en este pacto. (1)
1. Hebreos 9:15-17 y 7:22; Lucas 22:20; 1 Corintios 11:25.
V. Este pacto era ministrado de un modo diferente en el tiempo de la ley y en el del Evangelio. (1) Bajo la ley se ministraba por promesas, profecías, sacrificios, la circuncisión, el cordero pascal y otros tipos y ordenanzas entregados al pueblo judío; y todos señalaban al Cristo que había de venir, y (2) eran suficientes y eficaces en aquel tiempo por la operación del Espíritu Santo, para instruir y edificar a los elegidos en fe en el Mesías prometido, (3) por quien tenían plena remisión de pecado y salvación eterna. A este pacto se le llama el Antiguo Testamento. (4)
1. 2 Corintios 3:6-9.
2. Hebreos caps. 8, 9 y 10; Romanos 4:11; Colosenses 2:11,12; 1 Corintios 5:7.
3. 1 Corintios 10:1-4; Hebreos 11:13; Juan 8:56.
4. Gálatas 3:7,8,9,14.
VI. Bajo el Evangelio, cuando Cristo la sustancia fue manifestado, (1) las ordenanzas por las cuales se ministra este pacto son: la predicación de la Palabra, la administración de los sacramentos del Bautismo y de la Cena del Señor; (2) y aún cuando son menos en número y ministradas con más sencillez y menos gloria exterior, sin embargo, en ellas el pacto se muestra a todas las naciones, así a los judíos como a los gentiles, (3) con más plenitud, evidencia y eficacia espiritual, (4) y se le llama el Nuevo Testamento. (5) Con todo, no hay dos pactos de gracia diferentes en sustancia, sino uno y el mismo bajo diversas dispensaciones. (6)
1. Colosenses 2:17.
2. Mateo 28:19,20; 1 Corintios 11:23-25.
3. Mateo 28:19; Efesios 2:15-19.
4. Hebreos 12:22-27; Jeremías 31:33,34.
5. Lucas 22:20.
6. Gálatas 3:14,16; Hechos 15:11; Romanos 3:21,22,23 y 30; Salmos 32:1 con Romanos 4:3,6,16,17,23 y 24; Hebreos 13:8.

CAPITULO 8: DE CRISTO, EL MEDIADOR

I. Agrado a Dios en su propósito eterno, escoger y ordenar al Señor Jesús, su unigénito Hijo, para que fuera el Mediador entre Dios y el hombre; (1) Profeta, (2) Sacerdote (3) y Rey; (4) el Salvador y Cabeza de su Iglesia; (5) el Heredero de todas las cosas, (6) y Juez de todo el mundo; (7) desde la eternidad le dio Dios un pueblo que fuera su simiente (8) y para que, a debido tiempo, lo redimiera, llamara, justificara, santificara y glorificara. (9)
1. Isaías 42:1; 1 Pedro 1:19,20; Juan 3:16; 1 Timoteo 2:5.
2. Hechos 3:22.
3. Hebreos 5:5,6.
4. Salmos 2:6; Lucas 1:33.
5. Efesios 5:23.
6. Hebreos 1:2.
7. Hechos 17:31.
8. Juan 17:6; Salmos 22:30; Isaías 53:10.
9. 1 Timoteo 2:6; Isaías 55:4,5; 1 Corintios 1:30.
II. El Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, siendo verdadero y eterno Dios, igual y de una sustancia con el Padre, habiendo llegado la plenitud del tiempo, tomo sobre si la naturaleza humana (1) con todas sus propiedades esenciales y con sus debilidades comunes, mas sin pecado. (2) Fue concebido por el poder del Espíritu Santo en el vientre de la virgen María, de la sustancia de ella. (3) Así que, dos naturalezas completas, perfectas y distintas, la divina y humana, se unieron inseparablemente en una persona, pero sin conversión composición o confusión alguna. (4) Esta persona es verdadero Dios y verdadero hombre, un solo Cristo, el único mediador entre Dios y el hombre (5).
1. Juan 1:1,14; 1 Juan 5:20; Filipenses 2:6; Gálatas 4:4.
2. Hebreos 2:14,16,17 y 4:15.
3. Lucas 1:27,31,35; Gálatas 4:4.
4. Lucas 1:35; Colosenses 2:9; Romanos 9:5; 1 Timoteo 3:16; 1 Pedro 3:18.
5. Romanos 1:3,4; 1 Timoteo 2:5.
III. El Señor Jesús, en su naturaleza humana unida así a la divina, fue ungido y santificado con el Espíritu Santo sobre toda medida, (1) y posee todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, (2) pues agrado al Padre que en él habitase toda plenitud, (3) a fin de que siendo santo, inocente, inmaculado, lleno de gracia y de verdad, (4) fuese del todo apto para desempeñar el oficio de un mediador y fiador. (5) Cristo no tomo por si mismo este oficio, sino que fue llamado para ello por su Padre, (6) quien puso en sus manos todo juicio y poder, y le mando que desempeñara tal oficio. (7)
1. Salmos 45:7; Juan 3:34.
2. Colosenses 2:3.
3. Colosenses 1:19.
4. Hebreos 7:26 y Juan 1:14
5. Hechos 10:38; Hebreos 12:24 y 7:22.
6. Hebreos 5:4,5
7. Juan 5:22,27; Mateo 28:18; Hechos 2:36.
IV. El Señor Jesús, con la mayor voluntad tomo para si este oficio, (1) y para desempeñarlo, fue puesto bajo la ley, (2) la que cumplió perfectamente; (3) padeció los más crueles tormentos directamente en su alma (4) y los más dolorosos sufrimientos en su cuerpo; (5) fue crucificado y murió, (6) fue sepultado y permaneció bajo el poder de la muerte, aun cuando no vio corrupción. (7) Al tercer día se levanto de entre los muertos (8) con el mismo cuerpo que tenía cuando sufrió, (9) con el cual también ascendio al cielo y allí está sentado a la diestra del padre, (10) intercediendo, (11) y cuando sea el fin del mundo volverá para juzgar a los hombres y a los ángeles. (12)
1. Salmos 40:7,8 con Hebreos 10:5,10; Filipenses 2:8; Juan 10:18.
2. Gálatas 4:4.
3. Mateo 3:15 y 5:17.
4. Mateo 26:37,38 y 27:46; Lucas 22:44.
5. Mateo 26,27.
6. Filipenses 2:8.
7. Hechos 2:23,24,27 y 13:37; Romanos 6:9.
8. 1 Corintios 15:3,4.
9. Juan 20:25,27.
10. Marcos 16:19.
11. Romanos 8:34; Hebreos 9:24 y Hebreos 7:25.
12. Romanos 14:9,10; Hechos 1:11 y 10:42; Mateo 13:40-42; Judas 6; 2 Pedro 2:4.
V. El Señor Jesucristo, por su perfecta obediencia y por el sacrificio de si mismo que ofreció una sola vez por el Espíritu eterno de Dios, ha satisfecho plenamente a la justicia de su Padre, (1) y compro para aquellos que éste le había dado, no solo la reconciliación, sino también una herencia eterna en el reino de los cielos. (2)
1. Romanos 5:19 y 3:25,26; Hebreos 9:14,16 y 10:14; Efesios 5:2.
2. Efesios 1:11,14; Juan 17:2; Hebreos 9:12,15; Daniel 9:24,26; Colosenses 1:19,20.
VI. Aún cuando la obra de la redención no fue consumada por Cristo sino hasta después de su encarnación, sin embargo, la virtud, la eficacia y los beneficios de ella, fueron comunicados a los elegidos en todas las épocas transcurridas desde el principio del mundo en y por medio de las promesas, tipos y sacrificios, en los cuales Cristo fue revelado y señalado como la simiente de la mujer que heriría a la serpiente en la cabeza, y como el cordero inmolado desde el principio del mundo, siendo él, el mismo ayer, hoy y siempre. (1)
1. Gálatas 4:4,5; Génesis 3:15; Apocalipsis 13:8; Hebreos 13:8.
VII. Cristo en la obra de mediación, actúa conforme a ambas naturalezas, haciendo por medio de cada naturaleza lo que es propio de ella; (1) aunque por razón de la unidad de la persona, lo que es propio de una naturaleza, algunas veces se atribuye en la Escritura a la persona dominada por la otra naturaleza. (2)
1. 1 Pedro 3:18; Hebreos 9:14.
2. Hechos 20:28; Juan 3:13; 1 Juan 3:16.
VIII. A todos aquellos para quienes Cristo compro redención, les aplica y comunica cierta y eficazmente la misma; (1) intercediendo por ellos (2) revelándolos en la palabra y por medio de ella los misterios de la salvación; (3) persuadiéndoles eficazmente por su Espíritu a creer y a obedecer; y gobernando sus corazones por su palabra y Espíritu, (4) venciendo a todos sus enemigos por su gran poder y sabiduría, de tal manera y forma que sea más de acuerdo con su maravillosa e inescrutable dispensación. (5)
1. Juan 6:37,39 y 10:15,16.
2. 1 Juan 2:1,2; Romanos 8:34.
3. Juan 15:13,15 y 17:6; Efesios 1:7-9.
4. 2 Corintios 4:13; Romanos 8:9,14; Romanos 15:18,19; Juan 17:17 y 14:16.
5. Salmos 110:1; 1 Corintios 15:25,26; Malaquías 4:2,3; Colosenses 2:15.

CAPITULO 9: DEL LIBRE ALBEDRIO
I. Dios ha dotado a la voluntad del hombre con aquella libertad natural, que no es forzada ni determinada hacia el bien o hacia el mal, por ninguna necesidad absoluta de la naturaleza. (1)
1. Mateo 17:12; Santiago 1:14; Deuteronomio 30:19.
II. El hombre en su estado de inocencia, tenía libertad y poder para querer y hacer lo que es bueno y agradable a Dios, (1) sin embargo era mutable y podía caer de dicho estado. (2)
1. Eclesiastés 7:29; Génesis 1:26.
2. Génesis 2:16,17 y 3:6.
III. El hombre, por su caída a un estado de pecado, ha perdido absolutamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a la salvación; (1) por tanto como hombre natural, que está enteramente opuesto a ese bien (2) y muerto en el pecado, (3) no puede por su propia fuerza convertirse a si mismo o prepararse para la conversión. (4)
1. Romanos 5:6 y 8:7; Juan 15:5.
2. Romanos 3:10,12.
3. Efesios 2:1,5; Colosenses 2:13.
4. Juan 6:44,65; 1 Corintios 2:14; Efesios 2:2-5; Tito 3:3-5.
IV. Cuando Dios convierte a un pecador y le traslada al estado de gracia, le libra de su estado de servidumbre natural bajo el pecado, (1) y por su sola gracia lo capacita para querer y obrar libremente lo que es espiritualmente bueno; (2) a pesar de eso, sin embargo, por razón de su corrupción que aún queda, el converso no sola ni perfectamente quiere lo que es bueno, sino quiere también lo que es malo. (3)
1. Colosenses 1:13; Juan 8:34,36.
2. Filipenses 2:13; Romanos 6:18,22.
3. Gálatas 5:17; Romanos 7:15,18,19,21,23.
V. La voluntad del hombre es hecha perfecta e inmutablemente libre para hacer tan solo lo que es bueno, únicamente en el estado de la gloria. (1)
1. Efesios 4:13; Judas 24; Hebreos 12:23; 1 Juan 3:2.

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