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VISIÓN 2010

SER UNA IGLESIA BIBLICA REFORMADA, CON VOCACIÓN DE SERVICIO, PROCLAMACIÓN, ENSEÑANZA Y MAYORDOMIA QUE SEA DE TESTIMONIO EN SU COMUNIDAD

MISIÓN 2010

SER UNA IGLESIA QUE CUMPLA SU TAREA DE PROCLAMACIÓN, PRESENTANDO EL MENSAJE DE FORMA INTEGRAL (CONOCIMIENTO, TRABAJO COMUNITARIO, SALUD Y ATENCIÓN ESPIRITUAL) A LA COMUNIDAD

miércoles, 7 de octubre de 2009

La Biblia y La Política

LA POLÍTICA Y LA BIBLIA[1]
(Basado en el libro Principios Teológicos y Políticos del Pensamiento Reformado (2001)
de Henry Meyer y Paul Marshall de Editorial Libros Desafío)


Algunos afirman que el pensamiento reformado quizá tenga un buen sistema teológico pero niegan que tenga un programa político que ofrecer más allá de algunas verdades generales respecto a la Soberanía de Dios en todas las áreas de la vida y del énfasis en que los ciudadanos le deben obediencia al gobierno.

Lo cierto es que el pensamiento reformado no sólo ha desarrollado sus propios principios políticos, sino que estos principios han enmarcado fundacionalmente sus teorías políticas, las cuales han sido aplicadas en varios lugares en el período moderno de la historia. Una razón importante por la que hoy no se escucha hablar de la perspectiva reformada de la política es que el mundo y no simpatiza con opiniones políticas basadas en la soberanía de Dios y en principios bíblicos. Si estas opiniones han de volver a ser populares, el cristiano tendrá que popularizarlas.
A. M. Fairbairm nos indica cuán importante ha sido el papel que Calvino desempeñó en la historia política: “El lugar que la historia dará a Calvino debe registrar el título de gran legislador. Como teólogo fue un seguidor, como legislador fue pionero. Su sistema de doctrina fue derivado, en tanto que su economía política rompió tierra nueva y cimentó el edificio social sobre principios nuevos. Ciertamente se merece el crédito haber establecido un sistema político y legal sobre un modelo que era suyo. Este modelo ha influenciado profundamente a todas las instituciones democráticas subsiguientes”. A su vez, Jean Jacques Rousseau ofrece un alto tributo a Calvino. “Aquellos que consideran a Calvino sólo como un teólogo pasan por alto la amplitud de su genio”.
Aunque es cierto que Calvino articuló principios políticos que “rompieron tierra nueva”, en realidad no desarrolló una teoría reformada completa del estado. Quizá el primero que presentó una teoría del estado bien desarrollada sobre bases reformadas es el autor desconocido de la obra Vindicciae contra tyrannos. Los principios de una teoría reformada del estado se encuentran en dos obras: Teodoro Beza escribió De jure magistratum y Francois Hotman, Franco-Galia.

George Buchanan escribió la obra De jure regni apud Scotos, en la que desarrolla una teoría política sólidamente enraizada en la doctrina reformada. El diestro filósofo luterano Julius Stahl trató de dar fuerza a un movimiento similar en círculos luteranos. Basando su teoría cristiana del estado en la soberanía de Dios, desarrolló una filosofía política que en muchos sentidos se asemeja a la teoría reformada.

La Biblia y la política
Para el creyente reformado la Biblia es en todo la regla de la fe y práctica. En consecuencia, también en su regla en el área de la política. Ya que la Biblia es su regla de fe y conducta, el creyente la consulta para orientarse en sus actividades políticas.

No comentamos el error de suponer que el creyente reformado presume derivar todo lo que piensa de la Biblia. La naturaleza y la historia nos enseñan muchas cosas que el cristiano agradecidamente usa en su teoría política. Pero dado que el libro de la naturaleza nos da tan sólo perspectivas imperfectas acerca de Dios y de la verdad, necesitamos algo que lo corrija. El creyente encuentra que la Biblia es el factor que corrige la condición confusa de la revelación natural.

Al adoptar la Biblia como fundamento de las ciencias políticas, el creyente reformado asume una posición singular. En la política, las opiniones y teorías humanas son las que deciden. En cambio, el creyente regresa a Dios.

La Biblia, de hecho, no nos ofrece ningún sistema político organizado que podamos usar. Ni nos ofrece un sistema teológico unificado. La Biblia contiene un sistema político más o menos desarrollado que se conoce como la teocracia mosaica. El creyente reformado no cree que la Biblia promueva un sistema de gobierno final y definitivo. La Biblia no declara que el gobierno debería de ser una monarquía, o una aristocracia, o una democracia. La Biblia más bien ofrece principios eternos que deben delinear y controlar todos los sistemas políticos. Estos principios nunca envejecen, sino que como todo principio son eternos, inmutables, y pertenecen a todos los tiempos y a todas las condiciones. Estos principios nos ayudarán a analizar críticamente los sistemas políticos para juzgar si son buenos o no.

¿En qué parte de la Biblia se encuentran estos principios? Algunos piensan que estos principios solamente se encuentran en algunos pasajes aislados de la Biblia. El creyente reformado cree que la base bíblica para sus opiniones políticas, teológicas o sociales, no se encuentran en simples textos aislados. Sólo a veces encontramos textos especiales, como “todos deben someterse a las autoridades públicas” o “por mí reinan los reyes” (Rom. 13:1; Prov 8:15)

El creyente reformado insiste en que los principios de la Palabra de Dios son aplicables no sólo a él sino a todos los ciudadanos. Así como Dios debe de ser reconocido como Soberano por todos, sea que así lo desee o no, también la Biblia debe ser la regla determinada para todos. Estos principios deben guiar especialmente la vida política del creyente. El creyente reformado no sólo declara que su alma pertenece a Cristo por la eternidad, sino que todo lo que se refiere a su vida temporal también pertenece a su fiel Salvador Jesucristo. A él, por tanto, le debe obediencia en todas las áreas de la vida.

Esperanza política
Al empezar el nuevo milenio, vemos que tanto el bien como el mal florecen. El impacto del cristianismo en el mundo occidental disminuye constantemente. Nuestra sociedad se aleja cada vez más de la Palabra de Dios. Sin embrago, aún vivimos en una de las grandes eras de expansión misionera en la historia de la iglesia. Hasta donde sabemos, el número de cristianos en el mundo se incrementa y el evangelio se esparce rápidamente en los continentes.

Los efectos corruptores del pecado se manifiestan en la crueldad y la perversión de una humanidad que persiste en vivir separado y en contra del Señor. Pero debido a que la gracia de Dios todavía sostiene nuestro mundo, los efectos del pecado son obstaculizados. Nuestro mundo no ha sido abandonado al poder del diablo. En todos lados has señales de esperanza y purificación en la medida que, por su misericordia, Dios preserva continuamente la creación. Vemos un conflicto entre el bien y el mal, entre el reino de Dios y el reino de este mundo. La época en que vivimos no nos da señales ni de una derrota final ni de una victoria inminente. Antes bien, vemos una pugna continua y creciente.

El creyente reformado no se abruma por quienes anuncian que el mundo se deslizará pronto a la destrucción, ni se entusiasma con los que esperan que pronto la iglesia triunfará sobre las fuerzas de las tinieblas aunque cualquiera de estos dos escenarios es posible en la providencia de Dios. En estos tiempos el bien y el mal existen en forma paralela, y Dios continúa enviando su lluvia sobre los justos y los injustos. El trigo y la cizaña crecen lado a lado, y se mezclan hasta el día del juicio (Mt 13:30)

Los continuos efectos del pecado
El gobernar un país enorme y administrar las imponentes organizaciones de un estado moderno ya serían tareas suficientemente difíciles si no hubiera pecado en el mundo. El reformado cree en la “depravación total” del ser humano, lo que nos aleja de esperanzas inocentes o utópicas en la política. Ninguna actividad en el mundo puede por sí misma derrotar al pecado, sino que ella misma también estará manchada por el pecado.

En verdad que estamos llamados a ser completamente cristianos en todo lo que hacemos, y se nos ha prometido que la mano de Dios será para bien en todo. Pero esto no es una garantía de éxito inmediato, ni en política ni en ninguna otra cosa. Con demasiada frecuencia los cristianos han pensado que pueden instituir un orden político completamente cristiano sobre la tierra. Muchos otros intentos políticos cristianos han terminado en el fracaso. Los puritanos reformados de Nueva Inglaterra y Calvino en Ginebra encontraron que sus esfuerzos por crear una reforma política fueron obstruidos por la corrupción.

Aunque Dios nos llama a ser cristianos genuinos en la política, no nos garantiza soluciones fáciles, claras o simples. Ni siquiera garantiza que habrá soluciones. Nuestra vida como cristianos simplemente consiste en hacer nuestra, con humildad y obediencia, la vocación que Dios nos ha dado. Las consecuencias últimas de lo que hacemos residen con el Señor. Dios no nos promete éxito terrenal ni nos llama a producir tal éxito. No se nos ha dado metas que alanzar. Como Jesús dice en el sermón del monte “no se preocupen por su vida, qué comerán o beberán, ni por su cuerpo cómo se vestirán…Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas…Por tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas”. Mt 6:25-34. Nos llama cada día a hacer justicia y promete que la bendición de Dios seguirá. No hacemos que las cosas buenas ocurran, más bien somos llamados a ser siervos obedientes confiando que, no importa lo que pase, todo está en manos de Dios y que él se agradará en usar nuestros esfuerzos.

Esperanzas políticas
Aunque debemos evitar toda clase de sueños utópicos y falsas expectativas, esto no significa que se nos llama a actuar en la arena política sin esperanza alguna. Tenemos mucha esperanza. En primer lugar, sabemos que la esperanza final está asegurada, ya que Jesús dijo a sus discípulos “¡anímense! Yo he vencido al mundo” Jn 16:33. Sabemos que habrá nuevos cielos y nueva tierra en la que habitará la justicia. En la sede central del edificio de la ONU en Nueva York están las palabras de la visión de Isaías acerca del reino del Mesías: “convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. No levantará espada nación contra nación, y nunca más se adiestrarán para la guerra” Is. 2:4. Puede ser que la ONU no alcance esta meta, pero Jesucristo lo hará.

Sin embargo, más allá de las esperanzas futuras, encontramos gran consuelo en lo que Dios está haciendo aquí y ahora. Cuando el apóstol Pedro escribe que “el cielo y la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos” 2ª Ped 3:7., no solo describe la destrucción y el fin del mundo, sino que hace un paralelo con el sufrimiento y “destrucción” del mundo en los tiempos de Noé. En el tiempo de Noé, el Señor no acabó con el mundo sino que lo purificó y salvó a su remanente. Pedro apunta en la misma dirección usando la imagen del fuego del refinador que separa lo puro de lo impuro. Pedro está diciendo que los principados y las potestades de esta era y los gobernantes mundiales que se oponen a Dios pasarán, en tanto, que las obras genuinas de fidelidad y rectitud permanecerán. Las cosas que hacemos impulsados por la gracia y la misericordia de Dios, cosas hechas en fe y obediencia, no serán destruidas ni se perderán para siempre. Nuestras acciones fieles de hoy harán una gran diferencia para la eternidad.

Pero más allá de esta esperanza para el futuro, también tenemos esperanza para esta generación presente. ¡Dios está activo cada hora! Lo que hagamos puede mejorar o empeorar nuestra situación inmediata. No lograremos una transformación fundamental de toda la condición humana, pero si alcanzaremos verdaderos cambios que produzcan verdaderos frutos de justicia y de paz en nuestras vidas, y en las vidas de nuestros vecinos. Lo que hacemos produce, por la gracia de Dios, una diferencia aquí y ahora, y en el futuro. El apóstol Pedro habla de esto como “esperando ansiosamente la venida del día de Dios” 2ª Ped 3:12.

Trabajando en esperanza
Muchos cristianos gastan una cantidad considerable de energías e ingenio tratando de determinar el tiempo del regreso del Señor. Como reformados creemos firmemente que debemos de vivir esperando el regreso de nuestro Señor, pero sin distraernos ni usar la Biblia como una bola de cristal. Debemos recordar que Jesús mismo dijo que “en cuanto al día y hora, nadie lo sabe” (Mt 24:36)

Pablo criticó a los miembros de la iglesia de Tesalónica por ser haraganes (2ª Tes 3:6-13). Dejaron de trabaje y esperaban ociosamente el regreso de Jesús, aun después de que Pablo les había dicho “ustedes no necesitan que se les escriba acerca de tiempos y fechas, porque ya saben que el día del Señor llegará como ladrón en la noche” (1ª Tes 5:1-2). Por esto Jesús dijo a sus discípulos, “por tanto, manténgase despiertos porque no saben ni el día ni la hora” (Mt 25:13)

La manera de estar listos para su venida es siendo diligentes acerca de los negocios de nuestro Padre. Tenemos que predicar la Palabra, criar bien a nuestros hijos, tener una vida decente, estar activos en la política y ser responsables en cada cosa hasta que él regrese. Cuando regrese, sabemos que nuestro trabajo será aceptado, no porque seamos perfectos o hayamos hecho cosas maravillosas, sino porque somos aceptados a través de Jesucristo como hijos de Dios.

En resumen: Juan Calvino comentó ”todos los que están bajo el yugo de la Ley son semejantes a los siervos, a los cuales sus amos cada día les imponen tareas a cumplir. Éstos no piensan haber hecho nada, ni se atreven a comparecer delante de sus amos sin haber primero realizado plenamente la tarea que les han asignado. En cambio los hijos, que son tratados más benigna y liberalmente por los padres, no temen presentar ante ellos sus obras imperfectas y a medio hacer, e incluso con algunas fallas, confiados en que obediencia y buena voluntad les serán agradables, supuesto que no hayan realizado su obra con tanta perfección como quisieran. Así conviene que seamos nosotros y que convenzamos de que nuestros servicios son gratos a Dios nuestro Padre misericordioso, aunque sean imperfectos”.

Cuando Cristo vuelva, el mundo mismo será renovado, y entonces habrá nuevos cielos y nueva tierra. Podemos orar por ese día juntos cuando una voz sonará: “¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir” (Ap 21:3-4)

[1] Sermón con motivo de la celebración del mes (octubre) de la Reforma Protestante, predicación del día domingo 4 de octubre de 2009 en la Iglesia nacional Presbiteriana BERITH de la Ciudad de Oaxaca por el A.I. Isaías Jiménez Díaz

miércoles, 19 de agosto de 2009

PERFECCIONANDO A LOS SANTOS





Como objetivo general para el período 2009-2010, la Iglesia BERITH se ha propuesto alcanzar 30 nuevos creyentes para Cristo.

Para esta meta, debemos ejercitarnos en el cumplimiento de la gran comisión. Para este objetivo el día domingo 23 de Agosto iniciaremos el programa Perfeccionando a Los Santos que estaremos desarrollando en las próximas 64 semanas.

Este programa-taller se llevará a cabo en las 7 celulas de estudio que se abrirán:

Norte: Col. Reforma, 7 Regiones y Jardín
Sur 1: Colonia Zapoteca
Sur 2: Col. Vicente Guerrero
Sur 3: San Agustín de las Juntas
Oriente: Colonias Bravo Ahuja, Carrillo Puerto, calicanto, López Portillo y El Rosario
Poniente: Colonías Pueblo Nuevo, Fracc esmeralda y El Manantial
Centro: Colonías Aleman, Candiani y Xoxo

lunes, 3 de agosto de 2009

SERMÓN CON MOTIVO DEL MES DE LA BIBLIA

La importancia de escudriñar las sagradas Escrituras

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Salmos 19:7

INTRODUCCIÓN:
En Deuteronomio 17:14-20 hay unas instrucciones para los futuros reyes en Israel. Nos muestran cómo podemos practicar el secreto de una vida basada firmemente en la Palabra de Dios. Versículos 18 y 19 dicen: “Y sucederá que cuando él se siente sobre el trono de su reino, escribirá para sí una copia de esta ley en un libro, en presencia de los sacerdotes y levitas. La tendrá consigo y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor su Dios, observando cuidadosamente todas las palabras de esta ley y estos estatutos.” La promesa de Dios, si el rey lo hiciera, fue un reino prolongado para él y sus hijos. David tenía ese deseo de oír, leer, meditar y estudiar la Palabra de Dios todos los días de su vida. Pocos reyes siguieron su ejemplo y prosperaron como Dios había prometido. Los demás sembraron las semillas de la ruina de la nación.
Hoy no tenemos necesidad de escribirnos una copia de la Biblia. Todos tenemos una o varias copias. Pero, ¿la llevamos con nosotros? ¿Leemos algo de ella cada día? ¿Estamos guardándola cuidadosamente en la práctica?
Para nada servirá tener una biblioteca llena de traducciones de la Biblia, comentarios de expertos o estudios bíblicos, si no los estamos leyendo y haciendo Punto de reflexión: Necesito escuchar la voz de Dios todos los días.
Pregunta para considerar: ¿Es importante para mí leer las sagradas escrituras? ¿Por qué?
1. En la Biblia encontramos dirección.
A. La dirección que necesita nuestra vida la encontramos en la palabra de Dios.
1. Porque para Dios (dueño de nuestra vida) No hay nada oculto. El sabe a donde deben ir dirigidos nuestros pasos, y cual es el camino que debemos andar. La Biblia dice: Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y él aprueba su camino. Salmos 37:23 Nada puede dirigir mejor nuestra vida que la palabra de aquel que nos creo, que nos conoce, y sabe nuestras necesidades. Si el nos dirige estamos en la ruta correcta.
a. La Biblia dice: Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
Salmos 119:105
· El salmista compara la palabra de Dios con una lámpara de aceite.
· La iluminación en las casa hebreas era muy interesante.
1. Hay que partir de la base que la casa tenían una puerta y una o dos ventanas, esto hacia que la estancia fuera oscura, principalmente en los meses de invierno, donde la duración de la luz solar es menor. Por esto, la lámpara se consideraba, entre los aldeanos, como un lujo necesario. Cuando el sol se ponía, la puerta de la casa se cerraba y entonces se encendía la lámpara o las lámparas, permaneciendo encendida/s hasta que la luz del nuevo día hacia su aparición.
2. Con frecuencia y por motivos de comodidad, una lámpara al menos se mantenía encendida permanentemente. También por esta razón: El dormir sin luz se consideraba como un signo de extrema pobreza. Decir que se había apagado la lámpara de alguien era significar la pobreza de esa persona, la ruina, el final de una familia.
Lámpara es a mis pies tu palabra, a mi vida, a mi caminar diario, Entonces la persona que no tiene encendida su lámpara (la palabra de Dios) vive en una pobreza espiritual, está en ruina. La Biblia dice: Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento… Óseas 4:6 La palabra de Dios nos dirige en nuestra obra y camino, ¿Imagine que sería el mundo sin la palabra de Dios? Indudablemente seria un lugar tenebroso. La Biblia dice: Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen, Proverbios 6:23 El mandamiento es lámpara que se mantiene encendida con el aceite del Espíritu, como luz que nos dirige al elegir nuestro camino y los pasos que damos en ese camino.
Todas las características que se le dan a la palabra de Dios tienen un gran significado.
1. La palabra de Dios nos confronta, y a la vez nos transforma, nos limpia.
2. La palabra de Dios es como aceite en las heridas. Viene a sanar toda la tristeza, todo enojo, toda decepción. La palabra de Dios cambia nuestra tristeza en gozo, nuestra duda en fe.
3. La palabra de Dios es refugio en las pruebas. Pudiéramos estar perdidos como náufragos en el mar, y aun perderlo todo hasta el aliento, pudiéramos estar hambrientos como un niño sin hogar pero sabemos que su palabra siempre nos sostendrá.
Aplicación:
Al tener todas estas cualidades, quedamos completamente expuestos ante la mirada de Dios, y ante nuestra propia conciencia. Vemos el interés de Dios por nosotros al darnos la Biblia, para buscar en ella el consejo que necesitamos en cualquier situación. Es por eso que en la palabra del señor encontramos dirección.
2. En la Biblia encontramos promesas
Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. 2 Corintios 1:20
A. Nada puede volver más ciertas las promesas de Dios: que sean dadas por medio de Cristo nos asegura que son sus promesas seguras para usted y para mí.
B. Cada promesa va acompañada de un requisito que nosotros debemos cumplir. Nunca se apartara de tu boca esta libro de la ley…entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. Josué 1:9 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa… abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
C. Yo le invito a buscar estas promesas y no solo buscarlas, sino pedirlas porque son para nosotros. La Biblia dice: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Mateo 7:7-8
D. Pero también quiero hacer la invitación de que usted cumpla con los requisitos de cada promesa. No recibimos porque actuamos y pedimos mal.
La Biblia dice: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Gálatas 6:7 Si no sembramos, pues no esperemos que se cumplan esas promesas en nuestra vida. Lo primero que tenemos que hacer es lo que hicieron las iglesias de Macedonia: Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, Pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios.2 Cor.8:3- 5.
APLICACIÓN: No seamos del tipo de personas que se conforman con el estilo de vida que llevan, “Si, sé que hay muchas promesas en la Biblia para mí, pero no las recibo porque no quiero hacer la parte que me corresponde, jejeeje, creo que así estoy bien”. La Biblia dice: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman 1 Cor. 2:9. Y ¿Quiénes son los que le aman? Los que guardan los mandatos de Jesús.
3. En la Biblia encontramos fortaleza.
Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra. Salmos 119:28
A. Cuando podemos entender que Dios es nuestra fortaleza, no debe haber ninguna situación que nos derrumbe. Si El es nuestra luz, nuestra armadura, nuestra roca, la fuerza de nuestra salvación, nuestro castillo. En él está el buen consejo, la inteligencia y el poder, entonces tenemos que utilizarlo.
1. Caleb confió en la promesa de Dios y de ella provino su fuerza. Josué 14 2. Vendrán situaciones, pero si hacemos buen uso de todo lo que Él nos ofrece, día a día nuestras fuerzas serán renovadas y seremos más que vencedores. La Biblia dice: Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. Isaías 40:29
B. Si no leemos la palabra de Dios, de donde podremos tener fortaleza, de donde podremos obtener consejo, nuestra vida está sin dirección, sin visión.
La Biblia dice:
La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Salmos 19:7
APLICACIÓN:
Este libro revela la mente de Dios, el estado moral y espiritual del hombre, el camino de salvación, el castigo del pecador no redimido y la bienaventuranza del creyente. Sus doctrinas son santas, sus preceptos obligatorios, sus historias verdaderas y sus decisiones inmutables. Léelo para ser sabio, créelo para estar seguro, practícalo para ser santo. Es luz que dirige, pan que sostiene y consuelo que alegra. Es mapa del viajero, báculo del peregrino, brújula del navegante, espada del soldado y la carta magna del cristiano. En la Biblia está el paraíso restaurado, el cielo abierto y las puertas del infierno descubiertas. Cristo es su gran tema, nuestra salvación su buen propósito y la gloria de Dios su meta. Debe ocupar la mente, gobernar el corazón y guiar los pies. Léelo con lentitud, con frecuencia y con oración. Es mina de prosperidad, un paraíso de gloria y un río de placer.
Nos es dado en esta vida, será abierto en el juicio y será recordado eternamente. Trata del deber más grande, recompensará la labor más excelente y condenará a todo aquél que juega con su sagrado contenido. Lee tu Biblia es lo más cerca que tienes de tu Dios.

jueves, 28 de mayo de 2009

Confesión de Fe de Westminster: Capítulos del 10 al 12

CAPITULO 10: DEL LLAMAMIENTO EFICAZ

I. A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos solamente, le agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente (1) por su palabra y Espíritu, (2) fuera del estado de pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo; (3) iluminando espiritual y salvadoramente su entendimiento, a fin de que comprendan las cosas de Dios; (4) quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne; (5) renovando sus voluntades y por su potencia todopoderoso, induciéndoles hacia aquello que es bueno, (6) y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; (7) de tal manera que ellos vienen con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de hacerlo. (8)
1. Romanos 8:30 y 11:7; Efesios 1:10,11.
2. 2 Tesalonicenses 2:13,14; 2 Corintios 3:3,6.
3. Romanos 8:2; 2 Timoteo 1:9,10; Efesios 2:1-5.
4. Hechos 26:18; 1 Corintios 2:10,12; Efesios 1:17,18.
5. Ezequiel 36:26.
6. Ezequiel 11:19; Filipenses 2:13; Deuteronomio 30:6; Ezequiel 36:27.
7. Efesios 1:19; Juan 6:44,45.
8. Cantares 1:4; Salmos 110:3; Juan 6:37; Romanos 6:16-18.

II. Este llamamiento eficaz es solamente de la libre y especial gracia de Dios y de ninguna otra cosa prevista en el hombre; (1) el cual es en esto enteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y renovado por el Espíritu Santo, (2), es capacitado por medio de esto para responder a este llamamiento y para recibir la gracia ofrecida y trasmitida en él. (3)
1. 2 Timoteo 1:9; Tito 3:4,5; Romanos 9:11; Efesios 2:4,5,8,9.
2. 1 Corintios 2:14; Romanos 8:7; Efesios 2:5.
3. Juan 6:37; Ezequiel 36:27; Juan 5:25.

III. Los niños elegidos que mueren en la infancia, son regenerados y salvados por Cristo por medio del Espíritu, (1) quien obra cuando, donde y como quiere. (2) En la misma condición están todas las personas elegidas que sean incapaces de ser llamadas externamente por el ministerio de la palabra. (3)
1. Lucas 18:15,16; Hechos 2:38,39; Juan 3:3,5; 1 Juan 5:12; Romanos 8:9 (comparados).
2. Juan 3:8.
3. 1 Juan 5:12; Hechos 4:12.

IV. Los otros no elegidos, aunque sean llamados por el ministerio de la palabra (1) y tengan algunas de las operaciones comunes del Espíritu, (2) sin embargo nunca vienen verdaderamente a Cristo, y por lo tanto no pueden ser salvos; (3) mucho menos pueden los hombres que no profesan la religión cristiana ser salvos de otra manera, aun cuando sean diligentes en ajustar sus vidas a la luz de la naturaleza y a la ley de la religión que profesan; (4) y el afirmar y sostener que lo pueden lograr así, es muy pernicioso y detestable. (5)
1. Mateo 22:14.
2. Mateo 7:22 y 13:20,21; Hebreos 6:4,5.
3. Juan 6:64-66 y 8::24.
4. Hechos 4:12; Juan 14:6; Efesios 2:12; Juan 4:22 y 17:3.
5. 2 Juan 9-11; 1 Corintios 16:22; Gálatas 1:6-8.



CAPITULO 11: DE LA JUSTIFICACION

I. A los que Dios llama de una manera eficaz, también justifica gratuitamente, (1) no infundiendo justicia en ellos sino perdonándolos sus pecados, y contando y aceptando sus personas como justas; no por algo obrado en ellos o hecho por ellos, sino solamente por causa de Cristo; no por imputarles la fe misma, ni el acto de creer, ni alguna otra obediencia evangélica como su justicia, sino imputándoles la obediencia y satisfacción de Cristo (2) y ellos por la fe, le reciben y descansan en él y en su justicia. Esta fe no la tienen de ellos mismos. Es un donde e Dios. (3)
1. Romanos 8:30 y 3:24.
2. Romanos 4:5-8; 2 Corintios 5:19,21; Romanos 3:22,24,25,27,28; Tito 3:5,7; Efesios 1:7; Jeremías 23:6;
1 Corintios 1:30,31; Romanos 5:17-19.
3. Hechos 10:44; Gálatas 2:16; Filipenses 3:9; Hechos 13:38,39; Efesios 2:7,8.

II. La fe, que así recibe a Cristo y descansa en Él y en su justicia, es el único instrumento de justificación; (1)
aunque no está sola en la persona justificada, sino que siempre va acompañada por todas las otras gracias salvadoras, y no es fe muerta, sino que obra por amor. (2)
1. Juan 1:12; Romanos 3:28 y 5:1.
2. Santiago 2:17,22,26; Gálatas 5:6.

III. Cristo, por su obediencia y muerte, saldo totalmente la deuda de todos aquellos que así son justificados, e hizo una apropiada, real y completa satisfacción a la justicia de su Padre en favor de ellos. (1) Sin embargo, por cuanto Cristo fue dado por el Padre para los justificados (2) y su obediencia y satisfacción fueron aceptadas en su lugar, (3) y ambas gratuitamente; no porque hubiera alguna cosa en ellos, su justificación es solamente de pura gracia; (4) para que las dos, la exacta justicia y la rica gracia de Dios, puedan ser glorificadas en la justificación de los pecadores. (5)
1. Romanos 5:8-10,19; 1 Timoteo 2:5,6; Hebreos 10:10,14; Daniel 9:24,26; Isaías 53:4-6, 10-12.
2. Romanos 8:32.
3. 2 Corintios 5:21; Mateo 3:17; Efesios 5:2.
4. Romanos 3:24; Efesios 1:7.
5. Romanos 3:26; Efesios 2:7.

IV. Desde la eternidad, Dios decreto justificar a todos los elegidos; (1) y en el cumplimiento del tiempo, Cristo murió por sus pecados, y resucito para su justificación. (2) Sin embargo, ellos no son justificados sino hasta que Cristo les es realmente aplicado, por el Espíritu Santo, en el debido tiempo. (3)
1. Gálatas 3:8; 1 Pedro 1:2,19,20; Romanos 8:30.
2. Gálatas 4:4; 1 Timoteo 2:6; Romanos 4:25.
3. Colosenses 1:21,22; Gálatas 2:16; Tito 3:4-7.

V. Dios continua perdonando los pecados de aquellos que son justificados; (1) y aunque ellos nunca pueden caer del estado de justificación, (2) sin embargo pueden, por sus pecados, caer bajo el desagrado paternal de Dios y no tener la luz de su rostro restaurada sobre ellos hasta que se humillen, confiesen sus pecados, pidan perdón y renueven su fe y su arrepentimiento. (3)
1. Mateo 6:12; 1 Juan 1:7,9 y 2:1,2.
2. Lucas 22:32; Juan 10:28; Hebreos 10:14.
3. Salmos 89:31-33; 51:7-12 y 32:5; Mateo 26:75; 1 Corintios 11:30,32; Lucas 1:20.

VI. La justificación de los creyentes bajo el Antiguo Testamento era, en todos estos respectos, una y la misma con la justificación de los creyentes bajo el Nuevo Testamento. (1)
1. Gálatas 3:9,13,14; Romanos 4:22-24; Hebreos 13:8.



CAPITULO 12: DE LA ADOPCION

Dios se digna conceder a todos aquellos que son justificados en y por su único Hijo Jesucristo, que sean participes de la gracia y adopción: (1) por la cual ellos son contados dentro del número, y gozan de las libertades y privilegios de los hijos de Dios; (2) están marcados con su nombre, (3) reciben el espíritu de adopción; (4) tienen acceso confiadamente al trono de la gracia; (5) están capacitados para clamar, Abba, Padre; (6) son compadecidos, (7) protegidos, (8) proveídos, (9) y corregidos por el como por un padre; (10) sin embargo, nunca desechados, (11) sino sellados para el día de la redención, (12) y heredan las promesas, (13) como herederos de salvación eterna. (14)
1. Efesios 1:5; Gálatas 4:4,5.
2. Romanos 8:17; Juan 1:12.
3. Jeremías 14:9, 2 Corintios 6:18; Apocalipsis 3:12.
4. Romanos 8:15.
5. Efesios 3:12; Romanos 5:2.
6. Gálatas 4:6.
7. Salmos 103:13.
8. Proverbios 14:26.
9. Mateo 6:30,32; 1 Pedro 5:7.
10. Hebreos 12:6.
11. Lamentaciones 3:31.
12. Efesios 4:30.
13. Hebreos 6:12.
14. 1 Pedro 1:3,4; Hebreos 1:1

500 ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE JUAN CALVINO


miércoles, 1 de abril de 2009

Calendario de Actividades 2010


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Confesión de Fe de Westminster: Capítulos 7 al 9

CAPITULO 7: DEL PACTO DE DIOS CON EL HOMBRE

I. La distancia entre Dios y la criatura es tan grande, que aún cuando las criaturas racionales le deben obediencia como a su Creador, sin embargo, ellas no podrán nunca tener plenitud con El como su bienaventuranza o galardón, si no es por alguna condescendencia voluntaria por parte de Dios, habiéndole placido a Este expresarla por medio de su pacto. (1)
1. Job 9:32,33; Salmos 113:5,6; Hechos 17:24,25; Isaías 40:13-17; 1 Samuel 2:25; Salmos 100:2,3; Job 22:2,3; Job 35:7,8; Lucas 17:10.
II. El primer pacto hecho con el hombre fue un pacto de obras, (1) en el que se prometía la vida a Adán, y en éste a su posteridad, (2) bajo la condición de una obediencia personal perfecta. (3)
1. Gálatas 3:12.
2. Romanos 10:5; 5:12-20.
3. Génesis 2:17; Gálatas 3:10.
III. El hombre, por su caída, se hizo incapaz para la vida que tenía mediante aquel pacto, por lo que agrado a Dios hacer un segundo pacto, (1) llamado comúnmente el Pacto de gracia, según el cual Dios ofrece libremente a los pecadores vida y salvación por Cristo, exigiéndoles la fe en EL para que puedan ser salvos, (2) y prometiendo dar su Espíritu Santo a todos aquellos que ha ordenado para vida, dándoles así voluntad y capacidad para creer.(3)
1. Gálatas 3:21; Romanos 8:3; Romanos 3:20,21; Isaías 42:6; Génesis 3:15.
2. Marcos 16:15,16; Juan 3:16; Romanos 10:6;9; Gálatas 3:11.
3. Ezequiel 36:26,27; Juan 6:44,45.
IV. Este pacto de gracia se propone con frecuencia en las Escrituras con el nombre de un testamento, con referencia a la muerte de Jesucristo el testador, y a la herencia eterna con todas las cosas que a ésta pertenecen y están legadas en este pacto. (1)
1. Hebreos 9:15-17 y 7:22; Lucas 22:20; 1 Corintios 11:25.
V. Este pacto era ministrado de un modo diferente en el tiempo de la ley y en el del Evangelio. (1) Bajo la ley se ministraba por promesas, profecías, sacrificios, la circuncisión, el cordero pascal y otros tipos y ordenanzas entregados al pueblo judío; y todos señalaban al Cristo que había de venir, y (2) eran suficientes y eficaces en aquel tiempo por la operación del Espíritu Santo, para instruir y edificar a los elegidos en fe en el Mesías prometido, (3) por quien tenían plena remisión de pecado y salvación eterna. A este pacto se le llama el Antiguo Testamento. (4)
1. 2 Corintios 3:6-9.
2. Hebreos caps. 8, 9 y 10; Romanos 4:11; Colosenses 2:11,12; 1 Corintios 5:7.
3. 1 Corintios 10:1-4; Hebreos 11:13; Juan 8:56.
4. Gálatas 3:7,8,9,14.
VI. Bajo el Evangelio, cuando Cristo la sustancia fue manifestado, (1) las ordenanzas por las cuales se ministra este pacto son: la predicación de la Palabra, la administración de los sacramentos del Bautismo y de la Cena del Señor; (2) y aún cuando son menos en número y ministradas con más sencillez y menos gloria exterior, sin embargo, en ellas el pacto se muestra a todas las naciones, así a los judíos como a los gentiles, (3) con más plenitud, evidencia y eficacia espiritual, (4) y se le llama el Nuevo Testamento. (5) Con todo, no hay dos pactos de gracia diferentes en sustancia, sino uno y el mismo bajo diversas dispensaciones. (6)
1. Colosenses 2:17.
2. Mateo 28:19,20; 1 Corintios 11:23-25.
3. Mateo 28:19; Efesios 2:15-19.
4. Hebreos 12:22-27; Jeremías 31:33,34.
5. Lucas 22:20.
6. Gálatas 3:14,16; Hechos 15:11; Romanos 3:21,22,23 y 30; Salmos 32:1 con Romanos 4:3,6,16,17,23 y 24; Hebreos 13:8.

CAPITULO 8: DE CRISTO, EL MEDIADOR

I. Agrado a Dios en su propósito eterno, escoger y ordenar al Señor Jesús, su unigénito Hijo, para que fuera el Mediador entre Dios y el hombre; (1) Profeta, (2) Sacerdote (3) y Rey; (4) el Salvador y Cabeza de su Iglesia; (5) el Heredero de todas las cosas, (6) y Juez de todo el mundo; (7) desde la eternidad le dio Dios un pueblo que fuera su simiente (8) y para que, a debido tiempo, lo redimiera, llamara, justificara, santificara y glorificara. (9)
1. Isaías 42:1; 1 Pedro 1:19,20; Juan 3:16; 1 Timoteo 2:5.
2. Hechos 3:22.
3. Hebreos 5:5,6.
4. Salmos 2:6; Lucas 1:33.
5. Efesios 5:23.
6. Hebreos 1:2.
7. Hechos 17:31.
8. Juan 17:6; Salmos 22:30; Isaías 53:10.
9. 1 Timoteo 2:6; Isaías 55:4,5; 1 Corintios 1:30.
II. El Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, siendo verdadero y eterno Dios, igual y de una sustancia con el Padre, habiendo llegado la plenitud del tiempo, tomo sobre si la naturaleza humana (1) con todas sus propiedades esenciales y con sus debilidades comunes, mas sin pecado. (2) Fue concebido por el poder del Espíritu Santo en el vientre de la virgen María, de la sustancia de ella. (3) Así que, dos naturalezas completas, perfectas y distintas, la divina y humana, se unieron inseparablemente en una persona, pero sin conversión composición o confusión alguna. (4) Esta persona es verdadero Dios y verdadero hombre, un solo Cristo, el único mediador entre Dios y el hombre (5).
1. Juan 1:1,14; 1 Juan 5:20; Filipenses 2:6; Gálatas 4:4.
2. Hebreos 2:14,16,17 y 4:15.
3. Lucas 1:27,31,35; Gálatas 4:4.
4. Lucas 1:35; Colosenses 2:9; Romanos 9:5; 1 Timoteo 3:16; 1 Pedro 3:18.
5. Romanos 1:3,4; 1 Timoteo 2:5.
III. El Señor Jesús, en su naturaleza humana unida así a la divina, fue ungido y santificado con el Espíritu Santo sobre toda medida, (1) y posee todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, (2) pues agrado al Padre que en él habitase toda plenitud, (3) a fin de que siendo santo, inocente, inmaculado, lleno de gracia y de verdad, (4) fuese del todo apto para desempeñar el oficio de un mediador y fiador. (5) Cristo no tomo por si mismo este oficio, sino que fue llamado para ello por su Padre, (6) quien puso en sus manos todo juicio y poder, y le mando que desempeñara tal oficio. (7)
1. Salmos 45:7; Juan 3:34.
2. Colosenses 2:3.
3. Colosenses 1:19.
4. Hebreos 7:26 y Juan 1:14
5. Hechos 10:38; Hebreos 12:24 y 7:22.
6. Hebreos 5:4,5
7. Juan 5:22,27; Mateo 28:18; Hechos 2:36.
IV. El Señor Jesús, con la mayor voluntad tomo para si este oficio, (1) y para desempeñarlo, fue puesto bajo la ley, (2) la que cumplió perfectamente; (3) padeció los más crueles tormentos directamente en su alma (4) y los más dolorosos sufrimientos en su cuerpo; (5) fue crucificado y murió, (6) fue sepultado y permaneció bajo el poder de la muerte, aun cuando no vio corrupción. (7) Al tercer día se levanto de entre los muertos (8) con el mismo cuerpo que tenía cuando sufrió, (9) con el cual también ascendio al cielo y allí está sentado a la diestra del padre, (10) intercediendo, (11) y cuando sea el fin del mundo volverá para juzgar a los hombres y a los ángeles. (12)
1. Salmos 40:7,8 con Hebreos 10:5,10; Filipenses 2:8; Juan 10:18.
2. Gálatas 4:4.
3. Mateo 3:15 y 5:17.
4. Mateo 26:37,38 y 27:46; Lucas 22:44.
5. Mateo 26,27.
6. Filipenses 2:8.
7. Hechos 2:23,24,27 y 13:37; Romanos 6:9.
8. 1 Corintios 15:3,4.
9. Juan 20:25,27.
10. Marcos 16:19.
11. Romanos 8:34; Hebreos 9:24 y Hebreos 7:25.
12. Romanos 14:9,10; Hechos 1:11 y 10:42; Mateo 13:40-42; Judas 6; 2 Pedro 2:4.
V. El Señor Jesucristo, por su perfecta obediencia y por el sacrificio de si mismo que ofreció una sola vez por el Espíritu eterno de Dios, ha satisfecho plenamente a la justicia de su Padre, (1) y compro para aquellos que éste le había dado, no solo la reconciliación, sino también una herencia eterna en el reino de los cielos. (2)
1. Romanos 5:19 y 3:25,26; Hebreos 9:14,16 y 10:14; Efesios 5:2.
2. Efesios 1:11,14; Juan 17:2; Hebreos 9:12,15; Daniel 9:24,26; Colosenses 1:19,20.
VI. Aún cuando la obra de la redención no fue consumada por Cristo sino hasta después de su encarnación, sin embargo, la virtud, la eficacia y los beneficios de ella, fueron comunicados a los elegidos en todas las épocas transcurridas desde el principio del mundo en y por medio de las promesas, tipos y sacrificios, en los cuales Cristo fue revelado y señalado como la simiente de la mujer que heriría a la serpiente en la cabeza, y como el cordero inmolado desde el principio del mundo, siendo él, el mismo ayer, hoy y siempre. (1)
1. Gálatas 4:4,5; Génesis 3:15; Apocalipsis 13:8; Hebreos 13:8.
VII. Cristo en la obra de mediación, actúa conforme a ambas naturalezas, haciendo por medio de cada naturaleza lo que es propio de ella; (1) aunque por razón de la unidad de la persona, lo que es propio de una naturaleza, algunas veces se atribuye en la Escritura a la persona dominada por la otra naturaleza. (2)
1. 1 Pedro 3:18; Hebreos 9:14.
2. Hechos 20:28; Juan 3:13; 1 Juan 3:16.
VIII. A todos aquellos para quienes Cristo compro redención, les aplica y comunica cierta y eficazmente la misma; (1) intercediendo por ellos (2) revelándolos en la palabra y por medio de ella los misterios de la salvación; (3) persuadiéndoles eficazmente por su Espíritu a creer y a obedecer; y gobernando sus corazones por su palabra y Espíritu, (4) venciendo a todos sus enemigos por su gran poder y sabiduría, de tal manera y forma que sea más de acuerdo con su maravillosa e inescrutable dispensación. (5)
1. Juan 6:37,39 y 10:15,16.
2. 1 Juan 2:1,2; Romanos 8:34.
3. Juan 15:13,15 y 17:6; Efesios 1:7-9.
4. 2 Corintios 4:13; Romanos 8:9,14; Romanos 15:18,19; Juan 17:17 y 14:16.
5. Salmos 110:1; 1 Corintios 15:25,26; Malaquías 4:2,3; Colosenses 2:15.

CAPITULO 9: DEL LIBRE ALBEDRIO
I. Dios ha dotado a la voluntad del hombre con aquella libertad natural, que no es forzada ni determinada hacia el bien o hacia el mal, por ninguna necesidad absoluta de la naturaleza. (1)
1. Mateo 17:12; Santiago 1:14; Deuteronomio 30:19.
II. El hombre en su estado de inocencia, tenía libertad y poder para querer y hacer lo que es bueno y agradable a Dios, (1) sin embargo era mutable y podía caer de dicho estado. (2)
1. Eclesiastés 7:29; Génesis 1:26.
2. Génesis 2:16,17 y 3:6.
III. El hombre, por su caída a un estado de pecado, ha perdido absolutamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a la salvación; (1) por tanto como hombre natural, que está enteramente opuesto a ese bien (2) y muerto en el pecado, (3) no puede por su propia fuerza convertirse a si mismo o prepararse para la conversión. (4)
1. Romanos 5:6 y 8:7; Juan 15:5.
2. Romanos 3:10,12.
3. Efesios 2:1,5; Colosenses 2:13.
4. Juan 6:44,65; 1 Corintios 2:14; Efesios 2:2-5; Tito 3:3-5.
IV. Cuando Dios convierte a un pecador y le traslada al estado de gracia, le libra de su estado de servidumbre natural bajo el pecado, (1) y por su sola gracia lo capacita para querer y obrar libremente lo que es espiritualmente bueno; (2) a pesar de eso, sin embargo, por razón de su corrupción que aún queda, el converso no sola ni perfectamente quiere lo que es bueno, sino quiere también lo que es malo. (3)
1. Colosenses 1:13; Juan 8:34,36.
2. Filipenses 2:13; Romanos 6:18,22.
3. Gálatas 5:17; Romanos 7:15,18,19,21,23.
V. La voluntad del hombre es hecha perfecta e inmutablemente libre para hacer tan solo lo que es bueno, únicamente en el estado de la gloria. (1)
1. Efesios 4:13; Judas 24; Hebreos 12:23; 1 Juan 3:2.

martes, 10 de marzo de 2009

Premio de la Fe, sermón del 22 de febrero

Premio de la FE (A.I. Isaías Jiménez Díaz)

Una visión balanceada

Todo creyente sabe lo que significa luchar con la fe. ¿Tengo suficiente confianza en Dios? ¿Se hubiera sanado si yo hubiera confiado más en Dios? ¿No me ascendieron porque me faltó fe? Si realmente confío en Dios, ¿por qué tengo estos pensamientos inclementes? Si mi fe es firme, Si actúo con fe, ¿no tendrían que aceptar a Cristo como su Salvador todas las personas a quienes testifico?

Tal vez el apóstol Pablo se refería a este conflicto cuando usó la frase: «La buena batalla de la fe» (1ª Timoteo 6.12). Para él, la batalla por la fe no estaba limitada al ministerio. Aunque las iglesias pioneras de Asia deben haber tenido muchos conflictos con la fe, la «buena batalla» de Pablo se refiere más a su relación total con el Señor Jesús. Pablo admite que la fe ha sido una batalla, una buena batalla, cuando en los últimos momentos de su vida escribió desde la prisión, consciente de que podrían ejecutarlo en cualquier momento.

Quizá para nosotros sea un paso gigantesco aceptar el hecho de que existe algo llamado «buena batalla». La presente cultura no cree que haya mucho por lo que valga la pena luchar. Sin embargo, sí lo hay: la fe.

¿Por qué molestarse en luchar por la fe? ¿Por qué la batalla por la fe es una buena batalla?

Porque:

• Cualquier cosa que se haga sin fe nunca va a agradar a Dios (Hebreos 11.6).
• La gracia se alcanza sólo por fe (Efesios 2.8).
• Todos poseemos la capacidad de tener fe (Romanos 12.3).
• La fe es uno de los dones del Espíritu Santo (1ª Corintios 12.7–11).
• Nada es imposible cuando se tiene fe, aunque sea tan pequeña como una semilla de mostaza (Mateo 17.14–21).

La batalla por la fe es una buena batalla.

La Biblia es clara en su enseñanza acerca del poder de la fe. Sin embargo, muchos creyentes están confundidos respecto a ella. Esta confusión se debe en parte al papel que desempeñan los diferentes ministerios de «fe». Algunos ministran con efectividad, mientras que otros parecen utilizar la fe de tal manera que hacen al hombre amo de su destino, en vez de reconocer a Dios como el Señor Soberano.

Pero aunque no existieran enseñanzas y maestros polémicos, aún habría lucha en el campo de la fe. ¿Por qué? Porque, corriendo el riesgo de ser muy simplista, la fe tiene un enemigo. En realidad nuestra fe tiene dos enemigos: Nosotros mismo y Satanás.

Satanás emplea muchas estratagemas en su ataque sobre nuestra vida. Pero tal vez le sorprenda saber que el enfoque de su ataque está dirigido casi exclusivamente a nuestra fe. Él sabe muy bien que si puede quitarle la efectividad a su fe, usted será ineficaz. Quiere derrocar su fe (lea 2ª Timoteo 2.18).

Satanás no será el causante de toda su lucha por la fe. Parte de ella será por su propia «naturaleza» humana. La fe requiere oír, tomar decisiones, arrepentirse y aprender. Estos son retos en los que no interviene el diablo. Como él sabe cuán difícil puede ser la «buena batalla de la fe», procura influir con sus mentiras en nosotros.

Se nos puede engañar fácilmente, y como Satanás es ingenioso, resulta decisivo que asimilemos la Palabra de Dios para el cultivo, crecimiento y evaluación de nuestra fe. Nuestra fe se vivifica por medio de su Palabra (Romanos 10.17), y con ella peleamos contra el enemigo (Efesios 6.17).

Durante este estudio de la Palabra de Dios, nos haremos muchas preguntas importantes sobre la fe:

• ¿Puedo pedirle a Dios cualquier cosa, y mientras tenga la fe correcta, obtener lo que pido?
• Si creo, ¿puedo estar seguro de que mis hijos serán salvos?
• ¿Puede garantizarme la fe que no sufriré dolor o enfermedades?
• ¿Existe alguna posibilidad de que mi falta de fe provoque la ira de Dios?

Llegar a tener «plena certidumbre de fe» es algo por lo que vale la pena luchar la buena batalla de la fe. Busquemos el camino de la fe de acuerdo con la Palabra de Dios.

El sermón completo lo podrá ver en el grupo http://mx.groups.yahoo.com/group/inpberith/ , la suscripción es gratis
SALUDOS

lunes, 9 de marzo de 2009

Confesión de Fe de Westminster Capítulo 4 al 6

CAPITULO 4: DE LA CREACION
I. Agrado a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, (1) para la manifestación de la gloria de su poder, sabiduría y bondad eternas, (2) crear o hacer de la nada, en el principio, el mundo y todas las cosas que en él están, ya sean visibles o invisibles, en el lapso de seis días, y todas muy buenas. (3)
1. Hebreos 1:2; Juan 1:2,3; Génesis 1:2; Job 26:13 y 33:4.
2. Romanos 1:20; Jeremías 10:12; Salmo 104:24; Salmo 33:5,6.
3. (Génesis 1); Hebreos 11:3; Colosenses 1:16; Hechos 17:24.
II. Después que Dios hubo creado todas las demás criaturas, creo al hombre, varón y hembra, (1) con alma racional e inmortal, (2) dotados de conocimiento, rectitud y santidad verdadera, a la imagen de Dios, (3) teniendo la ley de Dios escrita en su corazón, (4) y capacitados para cumplirla; (5) sin embargo, con la posibilidad de que la transgredieran dejados a su libre albedrío que era mutable. (6) Además de esta ley escrita en su corazón, recibieron el mandato de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, y mientras guardaron este mandamiento, fueron felices, gozando de comunión con Dios, (7) y teniendo dominio sobre las criaturas. (8)
1. Génesis 1:27.
2. Génesis 2:7 con Eclesiastés 12:7 y Lucas 23:43; Mateo 10:28.
3. Génesis 1:26; Colosenses 3:10; Efesios 4:24.
4. Romanos 2:14,15.
5. Eclesiastés 7:29.
6. Génesis 3:6; Eclesiastés 7:29.
7. Génesis 2:17; 3:8-11,23.
8. Génesis 1:26,28.

CAPITULO 5: DE LA PROVIDENCIA

I. Dios, el Gran Creador de todo, sostiene, (1) dirige, dispone, y gobierna a todas las criaturas, acciones y cosas, (2) desde la más grande hasta la más pequeña, (3) por su sabia y santa providencia, (4) conforme a su presciencia infalible (5) y al libre e inmutable consejo de su propia voluntad, (6) para la alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia. (7)
1. Hebreos 1:3.
2. Daniel 4:34,35; Salmos 135:6; Hechos 17:25,26,28; Job 38,39,40 y 41
3. Mateo 10:29,30,31.
4. Proverbios 15:3; Salmos 145:17 y 104:24.
5. Hechos 15:18; Salmos 94:8-11.
6. Efesios 1:11; Salmos 33:10,11.
7. Efesios 3:10; Romanos 9:17; Salmos 145:7; Isaías 63:14; Génesis 45:7.
II. Aunque con respecto a la presciencia y decreto de Dios, quien es la primera, todas las cosas sucederán
inmutable e infaliblemente, (1) sin embargo, por la misma providencia las ha ordenado de tal manera, que sucederán conforme a la naturaleza de las causas secundarias, sea necesaria, libre o contingentemente. (2)
1. Hechos 2:23.
2. Génesis 8:22; Jeremías 31:35; Éxodo 21:13 con Deuteronomio 19:5; 1 Reyes 22:28,34; Isaías 10:6,7.
III. Dios en su providencia ordinaria hace uso de medios; (1) a pesar de esto, Él es libre para obrar sin ellos,
(2) sobre ellos (3) y contra ellos, según le plazca. (4)
1. Hechos 27:31,44; Oseas 2:21,22.
2. Oseas 1:7; Mateo 4:4; Job 34:10.
3. Romanos 4:19-21.
4. 2 Reyes 6:6; Daniel 3:27.
IV. El poder todopoderoso, la sabiduría inescrutable y la bondad infinita de Dios se manifiestan en su providencia de tal manera, que esta se extiende aún hasta la primera caída y a todos los otros pecados de los ángeles y de los hombres, (1) y esto no solo por un mero permiso, (2) sino que los ha unido a ella con la más sabia y poderosa atadura, (3) ordenándolos y gobernándolos en una administración múltiple para sus propios fines santos; (4) pero de tal modo, que lo pecaminoso procede solo de la criatura, y no de Dios, quien siendo justísimo y santísimo, no es, ni puede ser autor o aprobador del pecado. (5)
1. Romanos 11:32-34; 2 Samuel 24:1; 1 Crónicas 21:1; 1 Reyes 22:22,23; 1 Crónicas 10:4,13,14: 2 Samuel 16:10; Hechos 2:23; Hechos 4:27,28.
2. Hechos 14:16.
3. Salmos 76:10; 2 Reyes 19:28.
4. Génesis 1:20; Isaías 10:6,7,12.
5. 1 Juan 2:16; Salmos 50:21; Santiago 1:13,14,17.
V. El todo sabio, justo y benigno Dios, a menudo deja por algún tiempo a sus hijos en las tentaciones multiformes y en la corrupción de sus propios corazones, a fin de disciplinarlos por sus pecados anteriores o para descubrirlos la fuerza oculta de la corrupción y el doblez de sus corazones, para que sean humildes; (1) y para infundir en ellos el sentimiento de una dependencia de apoyo más íntima y constante en Él, y para hacerles más precavidos contra todas las ocasiones futuras del pecado, y para otros muchos fines santos y justos. (2)
1. 2 Crónicas 32:25,26,31; 2 Samuel 24:1.
2. 2 Corintios 12:7-9; Salmos 73; 77:1,10,12; Marcos 14:66-72 con Juan 21:15-17.
VI. En cuanto a aquellos hombres malvados e impíos a quienes Dios como juez justo ha cegado y endurecido a causa de sus pecados anteriores, (1) no solo les niega su gracia por la cual podrían haber alumbrado sus entendimientos y obrado en sus corazones, (2) sino también algunas veces les retira los dones que ya tenían, (3) y los expone a cosas como su corrupción, que da ocasión al pecado, (4) y a la vez les entrega a sus propias concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al poder de Satanás; (5) por tanto sucede que se endurecen aún bajo los mismos medios que Dios emplea para suavizar a los demás.
1. Romanos 1:24,26,28 y 11:7,8.
2. Deuteronomio 29:4.
3. Mateo 13:12; Mateo 25:29.
4. Deuteronomio 2:30; 2 Reyes 8:12,13.
5. Salmos 81:11,12; 2 Tesalonicenses 2:10-12.
6. Éxodo 7:3; Éxodo 8:15,32; 2 Corintios 2:15,16; Isaías 8:14; 1 Pedro 2:7,8; Isaías 6:9,10 con Hechos 28:26,27.
VII. Así como la providencia de Dios alcanza, en general a todas las criaturas, así también de un modo especial cuida a su Iglesia y dispone todas las cosas para el bien de ella. (1)
1. 1 Timoteo 4:10; Amos 9:8,9; Romanos 8:28; Isaías 43:3-5,14.

CAPITULO 6: DE LA CAIDA DEL HOMBRE, DEL PECADO Y DE SU CASTIGO

I. Nuestros primeros padres, seducidos por la sutileza y tentación de Satanás, pecaron al comer del fruto prohibido. (1) Quiso Dios, conforme a su sabio y santo propósito, permitir este pecado habiendo propuesto ordenarlo para su propia gloria. (2)
1. Génesis 3:13; 2 Corintios 11:3.
2. Romanos 11:32.
II. Por este pecado cayeron de su rectitud original y perdieron la comunión con Dios, (1) y por tanto quedaron muertos en el pecado, (2) y totalmente corrompidos en todas las facultades y partes del alma y del cuerpo. (3)
1. Génesis 3:6-8; Eclesiastés 7:29; Romanos 3:23.
2. Génesis 2:17; Efesios 2:1.
3. Tito 1:15; Génesis 6:5; Jeremías 17:9; Romanos 3:10-18.
III. Siendo ellos el tronco de la raza humana, la culpa de este pecado les fue imputada, (1) y la misma muerte en el pecado y la naturaleza corrompida se transmitieron a la posteridad que desciende de ellos según la generación ordinaria. (2)
1. Hechos 17:26 con Romanos 5:12, 15-19 y 1 Corintios 15:21,22,49; Génesis 1:27,28; Génesis 2:16,17.
2. Salmos 51:5; Génesis 5:3; Job 14:4 y 15:14.
IV. De esta corrupción original, por la cual estamos completamente impedidos, incapaces y opuestos a todo bien, (1) y enteramente inclinados a todo mal, (2) proceden todas nuestras transgresiones actuales. (3)
1. Romanos 5:6, 8:7 y 7:18; Colosenses 1:21.
2. Génesis 6:5; Génesis 8:21; Romanos 3:10-12.
3. Santiago 1:14,15; Mateo 15:19; Efesios 2:2,3.
V. Esta corrupción de naturaleza permanece durante esta vida en aquellos que son regenerados; (1) y, aun cuando sea perdonada y amortiguada por medio de la fe en Cristo, sin embargo, ella, y todos los efectos de ella, son verdadera y propiamente pecado. (2)
1. 1 Juan 1:8,10; Romanos 7:14,17,18,23; Santiago 3:2; Proverbios 20:9; Eclesiastés 7:20.
2. Romanos 7:5,7,8,25; Gálatas 5:17.
VI. Todo pecado, ya sea original o actual, siendo una transgresión de la justa ley de Dios y contrario a ella, (1) por su propia naturaleza trae culpabilidad sobre el pecador, (2) por lo que este queda bajo la ira de Dios, (3) y de la maldición de la ley, (4) y por lo tanto sujeto a la muerte, (5) con todas las miserias espirituales, (6) temporales (7) y eternas. (8)
1. 1 Juan 3:4.
2. Romanos 2:15; Romanos 3:9,19.
3. Efesios 2:3.
4. Gálatas 3:10.
5. Romanos 6:23.
6. Efesios 4:18.
7. Lamentaciones 3:39; Romanos 7:20.
8. Mateo 25:41; 2 Tesalonicenses 1:9.

Reunión del R. Consistorio

El día domingo 8 de marzo, se llevó a cabo la Reunión Ordinaria del Respetable Consistorio de la I.N.P. Berith con la finalidad de elaborar la Visión y Misión de la Iglesia para el período 2009-2010.

Fue de mucha bendición esta reunión de trabajo en la que se definieron además los objetivos general (2009-2010) y particulares para el mismo período. Proximamente podrás conocerlos en este blog.

Así tambien se restructuraron los Ministerios de la Iglesia quedando de la siguiente manera: Anciano de Iglesia (A.I.) José Vásquez José Ministro de Evangelización y Secretario del R. Consistorio; A.I. Dionicio Flores Robles Ministro de Recursos; A.I. Isaías Jiménez Díaz Ministro de Educación y El Ministerio de Relaciones está pendiente su nombramiento.
Los invitamos a que oren por este equipo de trabajo y por los objetivos trazados.

sábado, 28 de febrero de 2009

¿QUIÉN SOY? Sermón del 1 de Febrero

¿QUIÉN SOY? por A.I. Isaías Jiménez Díaz (1 febrero 2009)


Alguna vez han escuchado la frase por la televisión “Soy totalmente Palacio”, ¡qué pena! que algunas personas consideren que para tener una identidad deben estar a la moda, vestir ropa de ciertas marcas, comer ciertos lugares.
Por eso una de las preguntas más importantes en la historia humana es la que dice. ¿Quién soy? Pero la identidad humana parece evadir una respuesta concreta. Algunos dicen que el ser humano es un animal racional y se llega a clasificar a los seres humanos en la misma categoría que los animales y que solamente somos una evolución de los primates. Supongo que por eso decimos que algunos son más monos que otros.
Otros proponen que el ser humano es un dios. Esto lo concluyen diciendo si Dios es todas las cosas y todas las cosas es Dios, entonces el ser humano comparte con el resto del universo la esencia de Dios. Tuve la oportunidad de asistir en el año 2006 a un curso a nivel internacional y platicando con unos Pastores de la India, me explicaban la variedad de dioses que la religión hindú tiene, cerca de 10,000 dioses y cada persona puede tener su dios.
Otros dicen que el ser humano es simplemente materia. Que simplemente somos una máquina que procesa y crea y no vamos más allá de la materia. La pregunta seria ¿cómo es posible tener sentimientos?
Los más modernos dicen que el hombre es el resultado del medio ambiente en el que vive. Es decir si se vive entre alcohólicos será un alcohólico y fracasado, que si el ambiente es agradable, de paz, motivador, se será una persona triunfadora y feliz. Pero un hombre que ha sido despedido en 2 ocasiones de su trabajo, duerme hasta el mediodía, ha consumido opio en la universidad y todas las noches se toma una botella de whisky no podría lograr el éxito. Pero si se es un héroe de guerra condecorado, es vegetariano, no fuma y toma cerveza ocasionalmente, podrá ser una buena persona. El primer hombre fue Winston Churchill y el segundo Hitler.
El sermón completo lo podrá ver en el grupo http://mx.groups.yahoo.com/group/inpberith/ , la suscripción es gratis
SALUDOS

viernes, 27 de febrero de 2009

Confesión de Fe de Westminster Cap 1 al 3

CAPITULO 1: DE LAS SANTAS ESCRITURAS
I. Aunque la luz de la naturaleza y las obras de creación y de providencia manifiestan la bondad, sabiduría, y poder de Dios de tal manera que los hombres quedan sin excusa, (1) sin embargo, no son suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su voluntad que es necesario para la salvación; (2) por lo que le agradó a Dios en varios tiempos y de diversas maneras revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su Iglesia; (3) y además, para conservar y propagar mejor la verdad y para el mayor consuelo y establecimiento de la Iglesia contra la corrupción de la carne, malicia de Satanás y del mundo, le agradó dejar esa revelación por escrito, (4) por todo lo cual las Santas Escrituras son muy necesarias, (5) y tanto más cuanto que han cesado ya los modos anteriores por los cuales Dios reveló su voluntad a su Iglesia. (6).
1. Romanos 2:14,15; Romanos 1:19,20; Salmos 19:1-3; Romanos 1:32 y 2:1
2. 1 Corintios 1:21 y 2:13,14.
3. Hebreos 1:1.
4. Lucas 1:3,4; Romanos 15:4; Mateo 4:4,7,10; Isaías 8:19,20; Proverbios 22:14-21.
5. 2 Timoteo 3:15; 2 Pedro 1:19.
6. Hebreos 1:1,2.
II. Bajo el nombre de "Santas Escrituras" o la Palabra de Dios escrita, se encuentran todos los libros del
Antiguo y Nuevo Testamento, y los cuales son:
ANTIGUO TESTAMENTO
1. Génesis 14. II Crónicas 27. Daniel
2. Éxodo 15. Esdras 28. Oseas
3. Levítico 16. Nehemías 29. Joel
4. Números 17. Ester 30. Amós
5. Deuteronomio 18. Job 31. Abdias
6. Josué 19. Salmos 32. Jonás
7. Jueces 20. Proverbios 33. Miqueas
8. Rut 21. Eclesiastés 34. Nahum
9. I Samuel 22. Cantares 35. Habacuc
10. II Samuel 23. Isaías 36. Sofonías
11. I Reyes 24. Jeremías 37. Hageo
12. II Reyes 25. Lamentaciones 38. Zacarías
13. I Crónicas 26. Ezequiel 39. Malaquías
NUEVO TESTAMENTO
1. Mateo 10. Efesios 19. Hebreos
2. Marcos 11. Filipenses 20. Santiago
3. Lucas 12. Colosenses 21. 1 Pedro
4. Juan 13. 1 Tesalonicenses 22. 2 Pedro
5. Hechos 14. 2 Tesalonicenses 23. 1 Juan
6. Romanos 15. 1 Timoteo 24. 2 Juan
7. 1 Corintios 16. 2 Timoteo 25. 3 Juan
8. 2 Corintios 17. Tito 26. Judas
9. Gálatas 18. Filemón 27. Apocalipsis
Todos estos fueron dados por inspiración de Dios para que sean la regla de fe y de conducta. (1)
1. Lucas 16:29,31; Efesios 2:20; Apocalipsis 22:18,19; 2 Timoteo 3:16.
III. Los libros comúnmente llamados Apócrifos, por no ser de inspiración divina, no forman parte del Canon de las Santas Escrituras, y por lo tanto no son de autoridad para la Iglesia de Dios, ni deben aceptarse ni usarse sino de la misma manera que otros escritos humanos. (1)
1. 2 Pedro 1:21; Romanos 3:2; Lucas 24:27,44.
IV. La autoridad de las Santas Escrituras, por la que ellas deben ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino exclusivamente del testimonio de Dios (quien en sí mismo es la verdad), el autor de ellas; y deben ser creídas, porque son la Palabra de Dios. (1).
1. 2 Pedro 1:19,21; 2 Timoteo 3:16; 1 Juan 5:9; 1 Tesal. 2:13.
V. El testimonio de la Iglesia puede movernos e inducirnos a tener para las Santas Escrituras una estimación alta y reverencial; (1) a la vez que el carácter celestial del contenido de la Biblia, la eficacia de su doctrina, la majestad de su estilo, la armonía de todas sus partes, el fin que se propone alcanzar en todo el (que es el de dar toda gloria a Dios), el claro descubrimiento que hace del único modo por el cual puede alcanzar la salvación el hombre y las muchas otras incomparables excelencias y su entera perfección son todos argumentos por los cuales la Biblia demuestra abundantemente que es la Palabra de Dios. Sin embargo, nuestra persuasión y completa seguridad de que su verdad es infalible y su autoridad divina proviene de la obra del Espíritu Santo, quien da testimonio a nuestro corazón con la palabra divina y por medio de ella. (2)
1. 1 Timoteo 3:15.
2. 1 Juan 2:20,27; Juan 16:13,14; 1 Corintios 2:10,11; Isaías 59:21.
VI. El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida del hombre, está expresamente expuesto en las Escrituras, o se puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia, y, a esta revelación de su voluntad, nada ha de añadirse, ni por nuevas relaciones del Espíritu, ni por las tradiciones de los hombres. (1) Sin embargo, confesamos que la iluminación interna del Espíritu de Dios es necesaria para que se entiendan de una manera salvadora las cosas reveladas en la Palabra, (2) y que hay algunas circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno de la iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que deben arreglarse conforme a la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, pero guardando siempre las reglas generales de la Palabra que han de observarse siempre. (3)
1. 2 Timoteo 3:15-17; Gálatas 1:8,9; 2 Tes. 2:2.
2. Juan 6:45; 1 Corintios 2:9-12.
3. 1 Corintios 11:13,14, y 14:26,40.
VII. Las cosas contenidas en las Escrituras, no todas son igualmente claras ni se entienden con la misma facilidad por todos; (1) sin embargo, las cosas que necesariamente deben saberse, creerse y guardarse para conseguir la salvación, se proponen y declaran en uno u otro lugar de las Escrituras, de tal manera que no solo los eruditos, sino aún los que no lo son, pueden adquirir un conocimiento suficiente de tales cosas por el debido uso de los medios ordinarios. (2)
1. 2 Pedro 3:16.
2. Salmo 119:105,130.
VIII. El Antiguo Testamento se escribió en hebreo, (que era el idioma común del pueblo de Dios antiguamente), y el Nuevo Testamento en griego, (que en el tiempo en que fue escrito era el idioma más conocido entre las naciones).En aquellas lenguas fueron inspirados directamente por Dios, y guardados puros en todos los siglos por su cuidado y providencia especiales, (1) y por eso son auténticos. Por esta razón debe apelarse finalmente a los originales en esos idiomas en toda controversia. (2) Como estos idiomas originales no se conocen por todo el pueblo de Dios, el cual tiene el derecho de poseer las Escrituras y gran interés de ellas, a las que según el mandamiento debe leer y escudriñar en el temor de Dios, (3) por lo tanto la Biblia debe ser traducida
a la lengua vulgar de toda nación a donde sea llevada, (4) para que morando abundantemente la Palabra de Dios en todos, puedan adorar a Dios de una manera aceptable (5) y para que por la paciencia y consolación de las Escrituras, tengan esperanza. (6)
1. Mateo 5:18.
2. Isaías 8:20; Hechos 15:15.
3. Juan 5:39,46.
4. 1 Corintios 14:6,9,11,12,24,27,28.
5. Colosenses 3:16.
6. Romanos 15:4.
IX. La regla infalible para interpretar la Biblia, es la Biblia misma, y por tanto, cuando hay dificultad respecto al sentido verdadero y pleno de un pasaje cualquiera (cuyo significado no es múltiple, sino uno solo), éste se debe buscar y establecer por otros pasajes que hablen con más claridad del asunto. (1)
1. Hechos 15:15,16; 2 Pedro 1:20,21.
X. El Juez Supremo por el cual deben decidirse todas las controversias religiosas, todos los decretos de los concilios, las opiniones de los hombres antiguos, las doctrinas de hombres y de espíritus privados, y en cuya sentencia debemos descansar, no es ningún otro más que el Espíritu Santo que habla en las Escrituras. (1)
1. Mateo 22:29,31; Efesios 2:20 con Hechos 15:16.

CAPITULO 2: DE DIOS Y DE LA SANTISIMA TRINIDAD
I. No hay sino un solo Dios, (1) el único viviente y verdadero, (2) quien es infinito en su ser y perfecciones; (3) espíritu purísimo, (4) invisible, (5) sin cuerpo, miembros (6) o pasiones; (7) inmutable, (8) inmenso, (9) eterno, (10) incomprensible, (11) todopoderoso, (12) sabio, (13) santo, (14) libre, (15) absoluto, (16) que hace todas las cosas según el consejo de su propia voluntad, que es inmutable y justísima (17) y para su propia gloria. (18) También Dios es amoroso, (19) benigno y misericordioso, paciente, abundante en bondad y verdad, perdonando toda iniquidad, transgresión y pecado, (20) galardonador de todos los que le buscan con
diligencia, (21) y sobre todo muy justo y terrible en sus juicios, (22) que odia todo pecado (23) y que de ninguna manera dará por inocente al culpable, (24).
1. Deuteronomio 6:4; 1 Corintios 8:4,6.
2. 1 Tesalonicenses 1:9; Jeremías 10:10.
3. Job 11:7-9 y 26:14.
4. Juan 4:24.
5. 1 Timoteo 1:17.
6. Deuteronomio 4:15,16; Lucas 24:39; Juan 4:24.
7. Hechos 14:11,15.
8. Santiago 1:17; Malaquías 3:6.
9. 1 Reyes 8:27; Jeremías 23:23,24.
10. Salmos 90:2; 1 Timoteo 1:17.
11. Salmos 145:3.
12. Génesis 17:1; Apocalipsis 4:8.
13. Romanos 16:27.
14. Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8.
15. Salmos 115:3.
16. Éxodo 3:14.
17. Efesios 1:11.
18. Proverbios 16:4; Romanos 11:36.
19. 1 Juan 4:8,16.
20. Éxodo 34:6,7.
21. Hebreos 11:6.
22. Nehemías 9:32,33.
23. Salmos 5:5,6.
24. Nehemías 1:2,3; Éxodo 34:7.
II. Dios posee en sí mismo y por si mismo toda vida, (1) gloria, (2) bondad (3) y bienaventuranza; (4) es suficiente en todo, en sí mismo y respecto a si mismo, no teniendo necesidad de ninguna de las criaturas que El ha hecho, (5) ni derivando ninguna gloria de ellas, (6) sino que solamente manifiesta su propia gloria en ellas, por ellas, hacia ellas y sobre ellas. Él es la única fuente de todo ser, de quien, por quien y para quien son todas las cosas, (7) teniendo sobre ellas el más soberano dominio, y, haciendo por ellas, para ellas y sobre ellas toda su voluntad. (8) Todas las cosas están abiertas y manifiestas delante de su vista; (9) su conocimiento es infinito, infalible e independiente de toda criatura, (10) de modo que para El no hay ninguna cosa contingente o incierta. (11) Es santísimo en todos sus consejos, en todas sus obras y en todos sus mandatos. (12) A Él son debidos todo culto, adoración, servicio y obediencia que tenga a bien exigir de los ángeles, de los hombres y de toda criatura. (13)
1. Juan 5:26
2. Hechos 7:2
3. Salmos 119:68
4. 1 Timoteo 6:15; Romanos 9:5
5. Hechos 17:24,25
6. Job 22:2,3
7. Romanos 11:36
8. Apocalipsis 4:11; Daniel 4:25,35; 1 Timoteo 6:15
9. Hebreos 4:13
10. Romanos 11:33,34; Salmos 147:5
11. Hechos 15:18; Ezequiel 11:5
12. Salmos 145:17; Romanos 7:12
13. Apocalipsis 5:12-14
III. En la unidad de la Divinidad hay tres personas de una sustancia, poder y eternidad; Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. (1) El Padre no es engendrado ni procede de nadie; el Hijo es eternamente engendrado del Padre, (2) y el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo. (3)
1. 1 Juan 5:7; Mateo 3:16,17 y 28:19; 2 Corintios 13:14.
2. Juan 1:14,18.
3. Juan 15:26; Gálatas 4:6.

CAPITULO 3: DEL DECRETO ETERNO DE DIOS
I. Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad, ordeno libre e inalterablemente todo lo que sucede. (1) Sin embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni es autor del pecado (2), ni hace violencia al libre albedrío de sus criaturas, ni quita la libertad ni contingencia de las causas secundarias, sino más bien las establece. (3)
1. Efesios 1:11; Romanos 11:33, 9:15,18; Hebreos 6:17.
2. Santiago 1:13,17; 1 Juan 1:5.
3. Hechos 2:23; 4:27-28; Mateo 17:12; Juan 19:11; Proverbios 16:33.
II. Aunque Dios sabe todo lo que puede suceder en toda clase de supuestas condiciones, (1) sin embargo, nada decreto porque lo preveía como futuro o como cosa que sucedería en circunstancias dadas. (2)
1. Hechos 15:18; 1 Samuel 23:11-12; Mateo 11:21,23.
2. Romanos 9:11,13,16,18.
III. Por el decreto de Dios, para la manifestación de su propia gloria, algunos hombres y ángeles (1) son predestinados a vida eterna, y otros preordenados a muerte eterna. (2)
1. 1 Timoteo 5:21; Mateo 25:41.
2. Romanos 9:22-23; Efesios 1:5-6; Proverbios 16:4.
IV. Estos hombres y ángeles así predestinados y preordenados están designados particular e inalterablemente, y su número es tan cierto y definido que ni se puede aumentar ni disminuir. (1)
1. 2 Timoteo 2:19; Juan 13:18.
V. A aquellos que Dios ha predestinado para vida desde antes que fuesen puestos los fundamentos del mundo, conforme a su eterno e inmutable propósito y al consejo y beneplácito secreto de su propia voluntad, los ha escogido en Cristo para la gloria eterna. (1) Dios los ha predestinado por su libre gracia y puro amor, sin previsión de su fe o buenas obras, de su perseverancia en ellas o de cualquiera otra cosa en la criatura como condiciones o causas que le muevan a predestinarlos; (2) y lo ha hecho todo para alabanza de su gloriosa
gracia. (3)
1. Efesios 1:4,9,11; Romanos 8:30; 2 Timoteo 1:9; 1 Tesa. 5:9.
2. Romanos 9:11,13,16; Efesios 1:4,9.
3. Efesios 1:6,12.
VI. Así como Dios ha designado a los elegidos para la gloria, de la misma manera, por el propósito libre y eterno de su voluntad, ha preordenado también los medios para ello. (1) Por tanto, los que son elegidos, habiendo caído en Adán, son redimidos por Cristo, (2) y en debido tiempo eficazmente llamados a la fe en Cristo por el Espíritu Santo; son justificados, adoptados, santificados, (3) y guardados por su poder, por medio de la fe, para salvación, (4) Nadie más será redimido por Cristo, eficazmente llamado, justificado, adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos. (5)
1. 1 Pedro 1:2; Efesios 1:4,5; 2:10; 2 Tesal. 2:13.
2. 1 Tesal. 5:9,10; Tito 2:14.
3. Romanos 8:30; Efesios 1:5; 2 Tesal. 2:13.
4. 1 Pedro 1:5.
5. Juan 17:9; Romanos 8:28-39; Juan 6:64,65; 8:47 y 10:26; 1 Juan 2:19.
VII. Respecto a los demás hombres, Dios ha permitido, según el consejo inescrutable de su propia voluntad, por el cual otorga su misericordia o deja de hacerlo según quiere, para la gloria de su poder soberano sobre todas las criaturas, pasarles por alto y ordenarlos a deshonra y a ira a causa de sus pecados, para alabanza de la justicia gloriosa de Dios. (1)
1. Mateo 11:25,26; Romanos 9:17,18,21,22; 2 Timoteo 2:19,20; Judas 4; 1 Pedro 2:8.
VIII. La doctrina de este alto misterio de la predestinación debe tratarse con especial prudencia y cuidado, (1) para que los hombres al atender la voluntad de Dios revelada en su Palabra, y al ceder obediencia a ella, puedan por la certeza de su llamamiento eficaz estar seguros de su elección eterna. (2) De esta manera esta doctrina proporcionará motivos de alabanza, reverencia y admiración a Dios; (3) y humildad, diligencia y abundante consuelo a todos los que sinceramente obedecen al evangelio. (4)
1. Romanos 9:20 y 11:33; Deuteronomio 29:29.
2. 2 Pedro 1:10.
3. Efesios 1:6; Romanos 11:33.
4. Romanos 11:5,6,20 y 8:33; Lucas 10:20; 2 Pedro 1:10.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Reunión de Consistorio Febrero 2009

El R. Consistorio de la I.N.P. Berith tuvó su primera reunión de trabajo con el Pbro. Elías Cruz Pérez el día 22 de Febrero.






Presentación Pastor Oficiante











El día 15 de febrero pasado, fue presentado como pastor oficiante de nuestra I.N.P. Berith, el Pbro. Elías Cruz Pérez

Fogata S.E.C. Embajadores de Cristo











Convención Unión BETANIA






















lunes, 5 de enero de 2009

REUNIÓN DEL R. CONSISTORIO Diciembre 2008